Mi sueño de ser artista y lo que la pintura me enseñó
- soledadreina
- 24 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 4 días
El inicio de un camino inesperado
Nunca me propuse ser artista. Al menos, no de forma consciente.
Empecé a pintar en un momento en que necesitaba ocupar mi mente en algo que no fuese mi propia realidad.A veces, el arte llega cuando más lo necesitamos.
Al principio fueron paisajes, trazos sencillos que me permitían respirar, desconectar.Cada cuadro era un refugio.
Sin darme cuenta, ese tiempo frente al lienzo se convirtió en un espacio propio, un rincón de calma en medio del ruido.
Descubriendo la pintura fluida
Después, descubrí la pintura fluida.Y ahí empezó a cambiar todo.
Ver cómo los colores fluían libremente, cómo se mezclaban y creaban formas inesperadas, me abrió un mundo nuevo.
Dejé de querer controlar.Empecé a disfrutar del proceso, de la magia que ocurre cuando el material también tiene su propia voz.
Tintas al alcohol: ligereza y libertad
Más tarde llegaron las tintas al alcohol.Ligereza, transparencia, movimiento.
Cada mezcla era un pequeño milagro.
Aprendí a dejarme llevar, a soltar la necesidad de perfección.Y con ello, descubrí otra forma de vivir: más abierta, más conectada con el presente.
La resina: mi verdadero lenguaje
Pero fue con la resina cuando sentí, por primera vez, que había encontrado mi verdadero lenguaje.
El brillo, la profundidad, las capas que esconden secretos…
La resina me enseñó que la belleza se construye poco a poco, capa a capa, como la vida misma.
Me regaló un espacio donde ser yo sin filtros.
Un día, casi sin darme cuenta, miré a mi alrededor.Mi estudio estaba lleno de obras creadas por mis manos.
Y ahí entendí algo esencial: mi sueño de ser artista y lo que la pintura me enseñó no comenzó con un propósito, sino con una necesidad de expresión.
Ser artista no es un título que te dan. Es un camino que un día descubres que has empezado a recorrer.Y que ya no quieres dejar.
Crear para celebrar la vida
Hoy sigo creando desde ese mismo impulso.
No para escapar de la realidad, sino para celebrarla.
Para recordarme —y recordar a quien contemple mis obras— que la belleza, la emoción y la magia están mucho más cerca de lo que a veces creemos.
Este sueño que empezó como un refugio, hoy es mi forma de estar en el mundo.
Y si alguna de mis piezas logra tocar el corazón de alguien, entonces todo habrá tenido sentido.
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